Recientemente, los pasados dí­as 25 y 26 de agosto, el Papa ha visitado oficialmente Irlanda, paí­s que ha acogido el IX Encuentro Mundial de las Familias.

 

Dicho evento supone la reunión periódica de un foro, con carácter internacional, que se reúne cada tres años para tratar de temas de interés relativos a la institución familiar, como su atención pastoral y otros. Se trata de un instrumento de la Iglesia Católica para interaccionar con las Conferencias Episcopales del mundo, pues está abierto a todas ellas, pero también con otras organizaciones de la sociedad civil internacional cuyo objeto se relacione igualmente con estas sensibilidades, humanas y cívicas.

 

La iniciativa para su instauración partiá de Juan Pablo II, con ocasión del viaje que realizá a la República Dominicana en 1992, para conmemorar el 500º aniversario de la llegada del Cristianismo a la isla, coincidente con el primer viaje de Colón. Así­, el 12 de octubre de aquel año, el Pontífice pronunció un discurso resaltando la, a su juicio, capital importancia de la familia, como elemento vertebrador de las sociedades y de transmisión de la fe y los valores. Una buena prueba de ello viene dada por los términos de su célebre alocución al señalar que el futuro de la humanidad se fragua en la familia; por consiguiente, es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia. Asimismo destacá que urge promover medidas adecuadas en favor del núcleo familiar, en primer lugar para asegurar la unión de vida y el amor estable dentro del matrimonio, según el plan de Dios, así­ como una idónea educación de los hijos.

 

Tales palabras no fueron, en absoluto, casuales. Es más, fueron los preceptos definidores del matrimonio del entonces nuevo Código de Derecho Canónico, el que todaví­a se encuentra hoy en vigor, pues guardan un evidente paralelismo con el concepto que éste ofrece. No en vano, el canon 1055 caracteriza al matrimonio canónico como la alianza matrimonial por la que el varón y la mujer constituyen entre sí­ un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma í­ndole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevado por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados. Como se aprecia claramente, la similitud no puede ser más estrecha, lo que supone un testimonio palpable de la interrelación entre el Magisterio Pontificio y el Derecho Canónico.

 

Todo Encuentro Mundial es convocado por el Pontificio Consejo para la Familia. Tras el Concilio Vaticano II, convocado en 1959 por Juan XXIII y clausurado seis años después por Pablo VI, se abrió camino en el seno de la Iglesia Católica la necesidad de crear y contar con un organismo especializado en todos los aspectos relacionados con la familia, que pudiese asesorar al Papa y a la Curia Romana. Así­, a través del Motu Proprio Apostolatus Peragendi, de 11 de enero de 1973, Pablo VI instituyó el denominado Consejo para la Familia, órgano antecedente del actual. La creación definitiva correspondiá a Juan Pablo II, mediante su Motu Proprio Familia a Deo Instituta, de 9 de mayo de 1981, aprobando el estatuto del Pontificio Consejo para la Familia que hoy conocemos todavía.

 

La Constitución Apostólica Pastor Bonus, promulgada por Juan Pablo II el 28 de junio de 1988, que emprendió la reforma y reorganización de la Curia Romana, regula la institución en sus artí­culos 139 a 141. De acuerdo con el artí­culo 139 el Consejo promueve la atención pastoral a las familias y fomenta sus derechos y su dignidad en la Iglesia y en la sociedad civil, de modo que puedan cumplir cada vez mejor sus propias funciones.

 

Como es lógico, el matrimonio y todo lo que tenga que ver con el mismo es un aspecto nuclear de la institución familiar. De ahí que la Constitución Apostólica lo contemple expresamente cuando, en su artí­culo 141.1, al describir las funciones del Consejo establece que se ocupa de profundizar la doctrina sobre la familia y de divulgarla mediante una catequesis adecuada; fomenta especialmente los estudios sobre la espiritualidad del matrimonio y de la familia.

 

La primera edición del Encuentro Mundial se celebró en Roma, entre el 8 y el 9 de octubre de 1994. Sucesivamente, se ha acordado que tenga lugar cada tres años.

 

España ha acogido el V Encuentro, desarrollado en Valencia los dí­as 8 y 9 de julio de 2006, ocasión en la que el entonces Pontí­fice Benedicto XVI visitó nuestro paí­s.

 

En este año 2018 ha sido designada como sede para el evento Dublí­n.

 

El 25 de agosto, Francisco llegó a esta ciudad siendo recibido por el Presidente de la República de Irlanda, Michael D. Higgins. Su primer acto oficial fue pronunciar un discurso en el Castillo de Dublí­n ante el Primer Ministro Leo Varadkar y representantes de la vida civil, cultural y religiosa del paí­s, así como del cuerpo diplomático acreditado.

 

Posteriormente, el Papa se desplazó hasta la Procatedral de Santa Marí­a, en la que celebró una Eucaristí­a. A continuación, visitó un establecimiento regentado por monjes capuchinos, en el que conoció de primera mano la atención que estos religiosos dispensan a personas sin hogar.

 

Al día siguiente, el Pontí­fice tuvo ocasión de acceder al Santuario de Knock, asistiendo a una celebración en la explanada adyacente. Presidió, después, una multitudinaria Misa en el Parque Fénix de Dublí­n, en la que reivindicó con firmeza el valor e importancia de la familia en la sociedad de nuestros dí­as, así­ como la constante atención pastoral que debe serle dispensada por parte de la Iglesia. Finalmente, Francisco mantuvo una reunión con la Conferencia Episcopal Irlandesa, ante la cual insistió en la responsabilidad de la función de todos los Obispos, presbí­teros y diáconos en el desempeño de sus funciones.

Juan Manuel Castro Valle

Juan Manuel Castro Valle

Abogado del Tribunal de la Rota.
Experto en Derecho Matrimonial Canónico.
Socio Director de Castro Valle Abogados, SCP

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