Tal y como había confirmado previamente la Secretaría de Estado del Vaticano, el Papa ha realizado un viaje apostólico a Georgia y Azerbaiyán, entre los días 30 de septiembre y 2 de octubre de 2016.
La visita se enmarca en el interés de la Iglesia Católica de estrechar lazos y ampliar sus relaciones y entendimiento en cuestiones de interés común con la Iglesia Ortodoxa Rusa, tras la reunión del Papa con el Patriarca Cirilo I de Moscú en La Habana, el pasado 12 de febrero de 2016. Este encuentro supuso un verdadero hito histórico en las relaciones entre ambas comunidades eclesiales y culminó con un abrazo entre los dos jerarcas religiosos, que no se habían relacionado mutuamente desde el cisma de 1054.
Al mismo tiempo, la Santa Sede da una clara muestre de sensibilidad en favor de alcanzar la paz en el complejo escenario político y estratégico del Cáucaso, con parte del territorio nacional de Georgia ocupado militarmente por Rusia.
A su llegada a Georgia, el Pontífice fue recibido en audiencia por el Presidente de la República, Giorgi Margvelashvili, en la sede oficial de la Jefatura del Estado en la capital del país, Tiflis. Es la primera visita de un Papa a Georgia en las últimas dos décadas, desde la que realizó Juan Pablo II en 1999. La mayoría de los habitantes de este país profesan la fe ortodoxa.
Después de diversas reuniones con representantes de la sociedad civil georgiana, Francisco asistió a una Misa en la Catedral de la Asunción de Tiflis. El Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, Ilia II, que depende de la de Rusia, envió una representación a la celebración de esta eucaristía, un gesto simbólico de amistad y respeto que no tuvo lugar durante la visita de hace diecisiete años. Posteriormente, Francisco tuvo ocasión de conocer la Catedral Patriarcal Svietyskhoveli de Mskheta y reunirse oficialmente con el Patriarca georgiano.
Las celebraciones en la Catedral de la Asunción de Tiflis congregaron, entre otros, a doscientos cincuenta sacerdotes, religiosos, seminaristas y agentes de pastoral, a los que el Papa tuvo ocasión de dirigirse. Además de otros asuntos, Francisco abordó la cuestión del matrimonio canónico. Según sus propias palabras:
El matrimonio es la cosa más bella que Dios ha creado. La Biblia nos dice que Dios ha creado al hombre y a la mujer, los ha creado a su imagen y semejanza. El hombre y la mujer que se hace una sola carne son imagen de Dios.
Continuó con una defensa del matrimonio por los mismos esposos, como el mejor remedio para afrontar los problemas que pueden surgir: se debe hacer todo para salvar un matrimonio.
Todo ello sin perjuicio, como es lógico, de aceptar como algo normal y cotidiano que el matrimonio no se encuentre exento de discusiones y dificultades entre los cónyuges: pero es normal que en el matrimonio se pelee. Sí, es normal. Sucede que vuelan los platos. Es normal. Pero si hay un verdadero amor, se hace la paz inmediatamente.
Como puede apreciarse, el Papa no hace sino defender los valores del matrimonio y apostar porque sean los mismos esposos quienes intenten superar las dificultades. Esta postura es coherente con lo dispuesto en el Código de Derecho Canónico acerca de la nulidad matrimonial eclesiástica.
El domingo 2 de octubre, el Papa reanudó su viaje y se desplazó hasta Bakú, la capital de Azerbaiyán, donde también fue recibido por el Presidente de la República, Ilam Aliyev, y diversas autoridades políticas y religiosas, así como representantes de la sociedad civil. A diferencia de Georgia, Azerbaiyán es un país de mayoría musulmana y la comunidad católica se reduce a una cifra residual de apenas quinientas personas.