Tal y como había confirmado previamente la Secretarí­a de Estado del Vaticano, el Papa ha realizado un viaje apostólico a Georgia y Azerbaiyán, entre los dí­as 30 de septiembre y 2 de octubre de 2016.

La visita se enmarca dentro del objetivo de la Iglesia Católica de estrechar lazos y ampliar sus relaciones y entendimiento en cuestiones de interés común con la Iglesia Ortodoxa de Georgia, y con la comunidad católica de este país, junto con la de Azerbaiyán.

Al mismo tiempo, Francisco da una clara muestra de sensibilidad en favor de alcanzar la paz en el complejo escenario político y estratégico del Cáucaso. Sobre todo, desde la guerra ruso-georgiana de 2008, que culminó con la victoria militar rusa y la independencia de la República de Osetia del Sur, consolidándose además la anterior independencia de la República de Abjasia.

En cualquier caso, aunque en Georgia la Fe Ortodoxa es claramente predominante y los católicos no llegan al 1% de la población, esta nación ofrece un atractivo especial para un Pontífice de la Iglesia Católica. No en vano, fue uno de los países más antiguos a la hora de conocer la presencia y difusión del cristianismo. Refiere la leyenda que, en el siglo I, el Apóstol San Andrés, hermano mayor de San Pedro, viajó a la Cólquida. Sin embargo, por encima de lo legendario, es sabido que Santa Nina difundió el cristianismo en Georgia durante el siglo IV, logrando el bautismo y la conversión del Rey Mirian III.

A su llegada a Georgia, el Pontífice fue recibido en audiencia por el Presidente de la República, Giorgi Margvelashvili, en la sede oficial de la jefatura del estado en la capital del país, Tiflis. Es la primera visita de un Papa a Georgia en las últimas dos décadas, desde la que realizó Juan Pablo II en 1999.

Después de diversas reuniones con representantes de la sociedad civil georgiana, Francisco asistió a una Misa en la Catedral de la Asunción de Tiflis. El Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, Ilia II, envió una representación a la celebración de esta Eucaristí­a, un gesto simbólico de amistad y respeto que no tuvo lugar durante la visita de Juan Pablo II. Posteriormente, Francisco tuvo ocasión de conocer la Catedral Patriarcal Svietyskhoveli de Mskheta y reunirse oficialmente con el Patriarca georgiano.

Las celebraciones en la Catedral de la Asunción de Tiflis congregaron, entre otros, a doscientos cincuenta sacerdotes, religiosos, seminaristas y agentes de pastoral, a los que el Papa tuvo ocasión de dirigirse. Además de otros asuntos, Francisco abordó la cuestión del matrimonio canónico.

Según sus propias palabras, el matrimonio es la cosa más bella que Dios ha creado. La Biblia nos dice que Dios ha creado al hombre y a la mujer, los ha creado a su imagen y semejanza. El hombre y la mujer que se hace una sola carne son imagen de Dios.

Continuó con una defensa del matrimonio por los mismos esposos, como el mejor remedio para afrontar los problemas que pueden surgir: se debe hacer todo para salvar un matrimonio.

Todo ello sin perjuicio, como es lógico, de aceptar como algo normal y cotidiano que el matrimonio no se encuentre exento de discusiones y dificultades entre los cónyuges: pero es normal que en el matrimonio se pelee. Sí, es normal. Sucede que vuelan los platos. Es normal. Pero si hay un verdadero amor, se hace la paz inmediatamente.

Como puede apreciarse, el Papa no hace sino defender los valores del matrimonio y apostar porque sean los mismos esposos quienes intenten superar las dificultades. Nadie mejor ni más interesado en ello que los propios esposos. Esta postura es coherente con lo dispuesto en el Código de Derecho Canónico acerca de la nulidad matrimonial eclesiástica. Pues una falta de entrega para la vida conyugal y solucionar sus problemas inherentes, puede dar lugar, en determinados casos, a la incapacidad para asumir las obligaciones matrimoniales fundamentales, de acuerdo con lo previsto en el canon 1095.3º. Precisamente, uno de los motivos más frecuentemente alegados en una demanda de nulidad matrimonial.

En continuación de su viaje, tal y como estaba programado, el Papa se desplazó el domingo 2 de octubre hasta Bakú, la capital de Azerbaiyán, donde también fue recibido por el Presidente de la República, Ilam Aliyev, y diversas autoridades políticas y religiosas, así como diversos representantes de la sociedad civil. A diferencia de Georgia, Azerbaiyán es un país de mayoría musulmana y la comunidad católica se reduce a una cifra residual de apenas quinientas personas.

Sin embargo, no es difícil adivinar cuáles son las intenciones de Francisco al visitar esta nación. De nuevo, además de establecer relaciones institucionales y protocolarias con otras confesiones, es obvio el gesto hacia los cristianos de Nagorno Karabaj. Este enclave posee unas características específicas que, históricamente, han provocado un largo y hasta ahora irresoluble conflicto entre Azerbaiyán y Armenia. Tras la desmembración de la Unión Soviética en 1991, Nagorno Karabaj pertenece políticamente a Azerbaiyán, pero su población es predominantemente de etnia y cultura armenia. El resultado se traduce en una difícil convivencia entre una mayoría armenia cristiana y una minoría azerí islámica, tuteladas ambas comunidades por autoridades musulmanas de Azerbaiyán. Los enfrentamientos han sido constantes, hasta elevarse a la categoría de un verdadero conflicto armado no declarado, y produciéndose víctimas, fundamentalmente entre los cristianos. Todo esfuerzo de mediación internacional también ha fracasado, en buena parte debido a los intereses geoestratégicos del Cáucaso, que implican a Occidente, por un lado, y a Rusia, por otro lado.

Paralelamente, al igual que en Georgia, Armenia conoció en muy temprana época el cristianismo. Concretamente, en el siglo I, cuando los apóstoles San Judas Tadeo y San Bartolomé viajaron a Edesa en misión evangelizadora. En la actualidad, los católicos de Armenia se encuadran dentro de la Iglesia Patriarcal de rito oriental que surgió del seno de la Iglesia Apostólica del país.

Así que, por las razones expuestas, nada tiene de extraño que un Pontífice de la Iglesia Católica visite Azerbaiyán.

Juan Manuel Castro Valle

Juan Manuel Castro Valle

Abogado del Tribunal de la Rota.
Experto en Derecho Matrimonial Canónico.
Socio Director de Castro Valle Abogados, SCP

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